En Amada Carlota (Espasa, 2024), Marta Robles da un paso más en su exploración del universo de Tony Roures, un detective que mira el mundo desde el desencanto, pero también desde la ternura. En esta novela, más íntima y emocional que las anteriores, el misterio cede espacio a la memoria, la culpa y la necesidad de reparación.
Ambientada entre la España del franquismo y la Transición, Amada
Carlota aborda el drama de los bebés robados con respeto y rigor, mientras
construye un retrato de época en el que las mujeres luchan por recuperar su
voz.
La música, la gastronomía y el paisaje madrileño sirven aquí de hilo
conductor: son la banda sonora, el sabor y el refugio de un detective que ya no
busca solo culpables, sino sentido.
Quedamos con Marta (virtualmente) en la Taberna La Dolores para que nos
cuente acerca de su última novela y esto es lo que nos cuenta:
Yo siempre priorizo las emociones sobre todo lo demás
1. Amada Carlota es,
probablemente, la novela más emocional de la saga. ¿Qué te llevó a centrarte
esta vez más en las emociones que en la intriga?
Yo siempre priorizo las emociones
sobre todo lo demás. Creo que si una novela no conmueve, es decir, no provoca
emociones, carece de interés. Y lo mío siempre ha sido más la novela negra que
el thriller y por eso busco más el suspense que la intriga.
2. Roures y Carlota aparecen aquí más
vulnerables y humanos. ¿Cómo evoluciona su relación respecto a las anteriores
entregas?
Es lógico que lo parezcan, porque
la jueza se acaba de encontrar cara a cara con las heridas de un pasado
largamente ocultado y el detective, investiga un caso relacionado con la mujer
a la que ama e incluso, en la trama paralela, se encuentra con que otras
personas cercanas a él se van encontrar en peligro. El sufrimiento de las
personas a las que amamos nos vuelve muy vulnerables y esto es lo que les
ocurre aquí a los protagonistas de la historia
3. En esta historia, la
investigación parece una búsqueda del alma más que de un culpable. ¿Querías que
el lector también hiciera su propio viaje interior?
En realidad, aquí no se busca un
culpable, lo que se pretende es desentrañar un misterio, recuperar parte de la
propia historia para descubrir la verdadera identidad, y de salvar a las
personas amadas, por lo menos en la parte que concierne al robo de bebes. Y en
la otra, en la del profesor que abusa de sus alumnas, tampoco se busca al
“asesino”, ya se le conoce, lo que se busca es saber cómo ocurrieron los
hechos, y cómo incriminarlo y evitar que su acción pueda resultar fatal para
las chicas. En esas investigaciones, ciertamente, las almas de todos los
involucrados van quedando indefectiblemente al descubierto.
Los silencios han pesado siempre. Crecen y se reproducen tras las apariencias, cuando se cierran las puertas de los domicilios
4. La culpa y el silencio
pesan mucho en los personajes. ¿Crees que todavía vivimos, como sociedad, bajo el
peso de esos silencios heredados?
Sin ninguna duda. Hace unas
semanas entrevistaron en la 1 a varias mujeres tristemente protagonistas de
violencia de género. Todas rondaban los sesenta y tantos años y todas habían
guardado silencio durante toda su vida por miedo, por falta de recursos o por
esa vergüenza que siempre está en el lado equivocado. Sesenta y tantos años, es decir, que habían
vivido la mayor parte de su vida en democracia, que habían visto llegar una ley
de violencia de género y hasta un me too y, sin embargo, hasta que el peligro
no había sido máximo no se habían atrevido a revelar la verdad. Hay que decir
que los silencios de las mujeres pesan mucho, porque a veces, aunque ellas
pretendan lo contrario, pueden perjudicarles no solo a ellas, sino también a
sus propios hijos. Pero, en todo caso, en estas situaciones, curiosamente, la
culpabilidad siempre suele estar en el lado de las víctimas, que se sienten las
culpables. Los silencios han pesado siempre. Crecen y se reproducen tras las
apariencias, cuando se cierran las puertas de los domicilios. Y siguen
existiendo ahora, claro. Esperemos que en menor medida que en los tiempos de la
dictadura…
5. El tema de los bebés
robados es especialmente delicado. ¿Cómo encontraste el tono justo para
tratarlo con respeto y sin caer en el morbo?
Acudiendo a las fuentes de la
historia, aportando datos reales que apuntalan la historia de ficción y
apelando más a las emociones que al sensacionalismo. Yo detesto el morbo, así
que me cuido muy especialmente de caer en él.
6. ¿Qué tipo de documentación
te fue necesaria para abordar un tema tan complejo y doloroso?
De todo tipo. He hablado con
personas que han pasado por ese trance (y por cierto, ahora que recorro España
con la novela cada vez me encuentro con más testimonios), he investigado personas,
lugares e instituciones que estuvieron involucradas en el delito, he leído
libros, visto documentales… Lo más extraordinario es que, aunque es un asunto
del que todo el mundo ha oído hablar o sabe algo, casi todas las personas
desconocían cómo había empezado a producirse, ese germen que, sin duda, se
encuentra en la descabellada idea del “gen rojo”, del psiquiatra Antonio
Vallejo-Nájera, según el cual la aproximación al marxismo derivada en
degeneración moral, social e intelectual y pretendían justificar lo
injustificable (el robo de bebes a las madres republicanas), desde la
supremacía ideológica y que a esa justificación imposible también contribuyó el
hecho de que la Educación y la Sanidad estuvieran en manos de la Iglesia, donde
existía una supremacía moral que determinaba que, si alguna mujer no cumplía
las normas era una chica descarriada que no servía como madre… Es aterrador
pensar que esas barbaridades ocurrieran durante la dictadura, pero lo cierto es
que sucede siempre cuando se accede al poder tras un conflicto violento. Igual
que en las guerras hay un arma que es la violación, tras ella el robo de bebés
es muy habitual para infligirle más dolor al vencido y hacer que el régimen
sume adeptos, adoctrinando a sus hijos.
El dolor de la realidad cotidiana es tal y tan constante en informaciones diarias que nos untamos en aceite para que no nos afecten demasiado
7. En la novela hay un
contraste entre quienes callan y quienes se atreven a hablar. ¿La literatura es
también, para ti, una forma de romper el silencio?
Desde luego. Creo que la
literatura es muy terapéutica y también mucho más efectiva para mover a los
corazones endurecidos que el periodismo.
El dolor de la realidad cotidiana es tal y tan constante en
informaciones diarias que nos untamos en aceite para que no nos afecten
demasiado. Y quien deja de sentir el dolor ajeno se convierte en un monstruo.
Lo decía Shakespeare. Las novelas muchas veces consiguen que nos conmueva lo
que ni nos roza desde el periodismo.
8. La historia transcurre
entre el franquismo y la Transición, dos etapas que definieron a una
generación. ¿Qué querías mostrar de aquella España y de sus contradicciones?
Sobre todo, quería contar que
tanto en una época como en la otra, las mujeres hemos sido y seguimos siendo
presas de esa idea antigua pero vigente de que somos buenas o malas dependiendo
de la honra. Parece mentira que entonces, como ahora salirse de las normas
establecidas siga costándole mucho más a las mujeres que a los hombres. Lo
demuestra, en nuestro tiempo, que cuando un video sexual protagonizado por
chicos llega a las redes no pasa nada, pero cuando lo hace uno de una chica le
cuesta el señalamiento y a veces hasta le aboca a quitarse la vida.
9. Las mujeres de la novela
viven en un mundo que las limita legal y moralmente. ¿Cómo trabajaste esa
realidad sin convertirla en un discurso, sino en parte de la emoción?
Poniéndome en su piel, sintiendo con ellas. Yo
creo que el escritor se tiene que poner en la piel de cada uno de sus
personajes saber todo de ellos para poder conseguir que afloren sus propias
voces (imprescindible que cada uno tenga la suya y sea distinta a la del otro)
y también sus propias emociones. Yo cuido mucho la intrahistoria de la
historia, los pensamientos, las conversaciones de los protagonistas con los
secundarios, sus relaciones con las cosas pequeñas, los detalles que los
convierten en quienes son.
Los detectives de antaño, pese al whisky o el tabaco, siempre tuvieron vocación de Quijotes y quisieron luchar contra los gigantes, por muy molinos que fueran…
10. En la trama aparecen temas como el abuso de
poder, la manipulación y la culpa. ¿Crees que la novela negra sigue siendo el
mejor espejo para hablar de las sombras sociales y morales?
Nació con esa vocación y desde
luego sigue siendo un vehículo muy útil para recrear lo que hay… No se trata de
evangelizar o de adoctrinar sino de exponer al lector para que el saque sus
propias conclusiones y pueda reflexionar. Los detectives de antaño, pese al
whisky o el tabaco, siempre tuvieron vocación de Quijotes y quisieron luchar
contra los gigantes, por muy molinos que fueran…
11. El robo de bebés conecta con
temas de identidad, poder y memoria. ¿Sientes que la literatura puede ofrecer
una forma de justicia simbólica cuando la real no llega?
Desgraciadamente, en este asunto
cabe muy poca reparación porque cuando los afectados confirman que han sido
objeto de un robo de bebes o que han sido bebes robados, el delito ha
prescrito. Cabe poca justicia en la realidad o en la literatura y se ha
demostrado en que apenas se han conocido dos nombres relacionados con este
delito: el de una monja Sor María Gómez
de Valbuena que murió antes de ser juzgada y el de un médico, Eduardo Vela que
fue juzgado, condenado y absuelto por prescripción. Lo único que si he sentido que se consigue es
que haya gente que te lo cuente, y que en ese contarlo sientan un cierto triste
alivio.
| Marta Robles. Foto de Gonzalo Pérez-Mata |
14. Has sido periodista durante muchos años. ¿Esa mirada periodística
te ayuda a retratar el contexto social con más precisión y empatía?
No he sido periodista: lo soy. Lo
seré toda la vida, aunque mi vocación primera siempre fuera la de escritora.
Sigo escribiendo artículos y manteniéndome en contacto con la actualidad. Y es
posible que mi agenda, mis fuentes, mi capacidad para localizar casi cualquier
cosa provenga del periodismo; aunque los escritores que no tienen esa formación
también se ven obligados a hacerlo. En cuanto a la empatía… Yo me la trabajo
mucho, pero no por ser periodista ni escritora, sino porque me parece
imprescindible para ser mejor persona. Y creo que la lectura ayuda mucho a
desarrollarla, a ponerse en el lugar del otro… Por ende, la escritura también,
claro.
15. La novela arranca y termina con mujeres —madres, hijas, amantes,
juezas— que sostienen o transforman el relato. ¿Podemos decir que Amada Carlota
es, en el fondo, una novela sobre el poder femenino y sus silencios?
Es una novela con un protagonista
masculino, pero es una novela de mujeres que descubren que cuando alzan la voz
son capaces de cambiar el mundo.
16. La música atraviesa toda la novela: de los Beatles a Bon Iver, de
la Velvet Underground a Carole King. Roures escucha vinilos, se refugia en la
música, cita letras… ¿Crees que la música dice lo que las palabras no pueden
expresar? ¿Cómo elegiste esas canciones y qué papel cumplen dentro de la
historia?
Todas las novelas de Roures
tienen BSO, tal vez porque ni Roures ni yo concebimos la vida sin música. La
música subraya y envuelve la historia. Para mí es indispensable, porque, además
es el bálsamo de las heridas del detective, las que tiene de los recuerdos
terribles de las guerras cubiertas en el pasado y de las cosas, terribles
también, que tantas veces encuentra en el presente. Las elijo siempre con la
ayuda de mi marido, que sabe de música mucho más que yo.
17. También hay numerosas referencias literarias y artísticas, además
la cultura popular — discos, canciones, lugares— ayudan a situar la acción ¿Son parte natural
de tu forma de narrar o un modo de situar al lector en cada época? ¿Te sirve
también para construir atmósferas emocionales, no solo históricas?
Las referencias musicales, como
las culturales y las artísticas son parte de mi forma de narrar, pero también
determinan la personalidad del detective Roures. El tipo, que es tan fumador y
adicto a la lealtad como pelín pedante respecto a la cultura, cosa que le saca
de sus casillas sobre todo a sus colaboradores y amigos más cercanos.
18. Madrid aparece en Amada Carlota con una presencia muy sensorial:
las calles, los bares, la música, la comida… ¿Qué papel juega la ciudad en la
vida de Roures?
No solo Madrid, también Asturias.
En todas las aventuras de Roures suele haber más escenarios además de los de
Madrid, pero Madrid siempre forma parte de la historia, porque también es parte
de la propia vida de Roures. A mí me gusta que los lectores reconozcan los
escenarios. Podría haberme inventado un Macondo, pero prefiero uno real que el
lector pueda incluso pasear si le apetece.
19. Al inicio de los capítulos hay citas, entre otros muchos, de Goethe, Montaigne, Cortázar o Gloria
Fuertes. ¿Te interesa que el lector encuentre en esos guiños una lectura
paralela, como un mapa cultural dentro de la trama?
Es un pequeño guiño que me
permito con el lector. En vez de titular cada capítulo utilizo una frase que
sirve de titular y sitúa al lector en lo que va a ocurrir en el episodio.
Es muy importante ser capaz de perdonarse a uno mismo
20. Has dicho que la historia más cercana siempre es la que más duele.
¿Cómo equilibras ese dolor con la necesidad de ofrecer esperanza?
Creo que hay mucha esperanza en
Amada Carlota, porque las mujeres se sobreponen al dolor, al miedo y a la
sorpresa y son capaces de hablar y hasta de reconstruirse. Que la otra
protagonista femenina, Magdalena, encerrada en un matrimonio de apariencias que
o horrores que le conducen a esas
pastillitas amarillas a las que cantaban los Stones, las Mother`s Little
helpers, las primeras benzodiacepinas y de ahí a los porros y a la heroína
consiga abandonar esa droga tantas veces mortal, es un buen ejemplo.
21. La novela habla de perdón y de reconciliación. ¿Crees que solo
puede perdonarse lo que se comprende?
Creo que hay cosas que no se
pueden comprender ni perdonar… Y también que es muy importante ser capaz de
perdonarse a uno mismo.
22. Amada Carlota ha tenido una acogida muy positiva entre críticos y
lectores. ¿Qué te ha sorprendido más de las reacciones del público?
Estoy muy contenta y agradecida a
todas esas reacciones de críticos y lectores. En general todos coinciden en las
emociones que les traslada la novela, y en lo de verdad que son los personajes.
Tanto, que muchos de ellos me hablan de “personas”, en vez de “personajes”. Y
esa estructura de anticipación, de suspense, también está gustando mucho, tal
vez porque se aleja un poco de la
estructura clásica del thriller que es demasiado recurrente en la literatura
actual y que hace que si no se tiene cuidado hay amuchas novelas que se parecen
demasiado a otras.
23. Amada Carlota podría ser un cierre o un punto y aparte para la
saga. ¿Sientes que has dicho todo lo que querías sobre estos personajes, o
todavía te reclaman alguna historia?
Podría serlo o no… En realidad,
no creo que este sea el cierre de la saga. Hice un punto y aparte cuando
escribí La chica a la que no supiste amar y es probable que haga otro ahora,
pero…, me acompaña en la vida un tipo que sabe escuchar, que no juzga, que lee,
que le pone la música adecuada a cada momento y que es adicto a la
lealtad…¡entenderás que no quiera separarme de él!
24. Después de cerrar un ciclo tan intenso, ¿en qué estás trabajando
ahora? ¿Te apetece seguir en el terreno del noir o explorar otros registros?
Insisto: no cierro un ciclo.
Roures volverá. Esta es la cuarta novela de la saga, pero habrá una quinta.
Haré una pausa porque hace un tiempo empecé a escribir otra novela y la dejé
dormir y tengo ganas de retomarla antes de continuar con Roures que… sigue
teniendo muchas cosas que contar.
Cuestionario
final
1. Una canción que te
transporte al pasado.
Love me do, de los Beatles.
2. Un libro que te reconcilie
con el presente.
Seres imaginarios, de Borges, me
reconcilia con casi cualquier cosa.
3. Una mujer de la historia
que te inspire.
4. Una verdad que te costó
aceptar.
Que cuando muriese no volvería a
ver a mis seres queridos.
5. Un sonido que asocies a
Amada Carlota.
Todos los que componen la Banda
Sonora Original de Amada Carlota. Pero, tal vez, sobre todo, el de la guitarra
que de algún modo libera ligeramente a Magdalena.
La charla termina con una sonrisa, un café —quizá un vino— y la sensación de haber conversado con una escritora que escribe desde el alma. Marta Robles nos deja con la promesa de seguir buscando historias, y con la certeza de que Amada Carlota quedará en los lectores como una de sus obras más sinceras.
Gracias, Marta, por esta conversación y por recordarnos que la literatura
puede ser también una forma de reparación.
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