El esplendor, de Agustín Martínez

Sinopsis: 

César y Rebeca son una joven pareja de buscavidas; él ofrece drogas y diversión a clientes VIP de un hotel de lujo en Madrid y ella localiza a familiares de personas que han fallecido sin testamento para quedarse con una parte de la herencia.

Rebeca ha hecho un viaje para cerrar un caso que promete jugosas ganancias; sin embargo, a su regreso, César la encuentra paralizada en una postura imposible y un rictus de terror en su rostro. El examen médico dictamina que sufre una crisis catatónica; tiene dos costillas rotas y rastros de una posible agresión sexual. ¿Qué le ha pasado? ¿Quién ha podido hacerle daño?

La búsqueda de respuestas llevará a César hasta una pequeña isla del canal de la Mancha, que en su día estuvo ocupada por la Alemania nazi. Allí sabrá que Rebeca le mintió y entrará en un mundo que jamás imaginó que podía existir: cuando nos libramos de la moral nos convertimos en monstruos.

Reseña:

Confieso que me costó entrar en El Esplendor. No es a priori de esos libros que te atrapan en las primeras líneas. Me perdí entre los silencios iniciales, entre la atmósfera apagada de un Madrid crepuscular y unos personajes que parecían flotar sin rumbo. Pero entonces llegó la segunda parte, y con ella, la caída libre: una narración adictiva, tensa, emocionalmente exigente, que me empujó sin descanso hacia un lugar más oscuro y perturbador de lo esperado.

La novela de Agustín Martínez, lejos de ofrecer un thriller convencional, propone una exploración moral incómoda, donde el suspense es solo la superficie de algo mucho más hondo: la pérdida, la culpa, el poder de los silencios y la violencia que no siempre deja huellas visibles. Y ya te cuento que no es una novela fácil, de las que te llevan en volandas y que agradan a todos por igual. Por la forma y sobre todo por el fondo.

César y Rebeca viven en los márgenes, tanto del sistema como de sí mismos. Él trafica con noches ajenas y clientes de lujo; ella rastrea herencias olvidadas para obtener su parte. Viven juntos, se sostienen, pero no terminan de conocerse. Todo se rompe cuando Rebeca vuelve de un viaje profesional convertida en un cuerpo sin voz, una figura catatónica que ha visto, o vivido, algo imposible de contar.

Uno de los rasgos más llamativos de la novela es que los personajes no me han permitido empatizar con ellos. Están construidos con capas opacas, y en lugar de abrirse al lector, parecen ponerle una barrera emocional, como si se resistieran a ser conocidos del todo. Hay algo deliberadamente distante en ellos, una defensa narrativa que convierte la lectura en un ejercicio de aproximación constante, incómoda, casi voyeurista. Pero esa fricción es también lo que les da autenticidad.

La novela se estructura en tres partes bien diferenciadas: el desconcierto de César, el “informe” íntimo y fragmentado de Rebeca, y la isla final, escenario simbólico de una descomposición moral absoluta. Esta forma fragmentada le da a la historia una dimensión quebrada, progresivamente más densa, donde la verdad se retuerce y las versiones nunca terminan de encajar del todo.

La isla del Canal de la Mancha, con su legado nazi (quizás la mejor parte de la narración) y su presente siniestro, funcionan como paisajes mentales donde la ética se vuelve paisaje lunar: desprovista de sentido, vacía, sin leyes que puedan guiar.

Martínez escribe con sobriedad, sin alardes, pero con una tensión constante. Y cuando la novela encuentra su núcleo, a partir de la segunda parte,  se vuelve magnética, casi dolorosa de seguir, por lo que dice y por lo que calla.

Si algo me ha dejado una sensación tibia es el desenlace. No porque no funcione, ya que encaja perfectamente en la lógica de la novela, sino porque es previsible, incluso demasiado limpio para una historia que ha hecho del desgarro su bandera. Pero, quizás, ese cierre también tenga algo de necesario: no tanto para resolver el enigma, sino para cerrar la herida.

El Esplendor es una novela que exige paciencia y entrega. No busca agradar, ni entretener con fórmulas seguras. Te lleva de la mano, sí, pero a lugares donde las certezas se disuelven y lo humano se convierte en materia porosa, vulnerable e incómoda.



El autor:

Agustín Martínez nació en Lorca, Murcia, en 1975. Licenciado en Imagen y Sonido por la Universidad Complutense de Madrid, inició su carrera profesional como guionista a sus veintitrés años. Desde entonces ha escrito en numerosas series. En 2015 publicó su primera novela, Monteperdido, que fue traducida a más de una docena de lenguas. La mala hierba, su segunda novela, también fue publicada en diferentes países. En 2019 creó La Caza. Monteperdido, adaptación de su novela homónima, de la que ya se han producido cuatro temporadas.

Actualmente es creador y showrunner de diferentes proyectos audiovisuales. Agustín es uno de los tres escritores integrantes del proyecto de creación colectiva Carmen Mola (junto con Jorge Díaz y Antonio Mercero), ganadora del Premio Planeta 2021 con el thriller histórico La Bestia y escritora de las novelas La novia gitana, La red púrpura, La Nena, Las Madres y El Clan, la exitosa saga de la inspectora Elena Blanco.

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