Entrevista a Javier Menéndez Flores, periodista con instinto narrativo y escritor con alma de reportero.

Hay escritores que huyen de las etiquetas, y luego está Javier Menéndez Flores, que directamente las quema con un mechero. Periodista de raza, de los que preguntan, repreguntan y luego escriben sin anestesia, y narrador con querencia por la sombra, ha convivido con Sabina, Bosé o Robe Iniesta sin necesidad de perder su voz. Más bien al contrario: en sus entrevistas hay algo de confesionario, y en sus novelas negras se respira humo de callejón, sudor de hemeroteca y el ritmo de quien ha escuchado más verdades a media luz que en horario de oficina.

 Su novela Todos nosotros nos llevó de la mano (o de la pechera) por el Madrid más turbio de los 80, y lo hizo con una prosa que no necesita disfrazarse de lírica para golpear. En esta entrevista hablamos con él, (sí, cambiamos las tornas) para saber qué ocurre cuando el que pregunta se convierte en personaje. Qué queda del periodista en el novelista. A quién habría querido interrogar bajo el foco, quién se le ha escapado, y por qué el crimen, literariamente hablando, es una forma de mirar el mundo.

 Bienvenidos al interrogatorio de El texto sentido. Sin abogado, sin café, pero con las preguntas sobre la mesa.

 “Construir un universo narrativo desde cero es gozar de una libertad absoluta. Ahí no hay cadenas ni paredes, eres libérrimo.”

Has escrito novelas, biografías, ensayos... ¿En qué momento te sentiste, por primera vez, realmente “escritor”? 

Aunque los libros escritos me acreditan como tal, y escritor quise ser desde la adolescencia, quizá desde antes, incluso, es verdad que es una palabra que me sigue produciendo cierto vértigo y un gran respeto. Entre otras cosas, porque es inevitable pensar en los muchos autores que avivaron mi deseo de escribir profesionalmente, algunos de los cuales son maestros de la literatura universal. Soy escritor, sí, así me siento y así, escribiendo, me gano la vida, también dentro del periodismo, pero creo que nunca me acostumbraré a lo que supone decirlo en voz alta.

 ¿Qué diferencia hay entre contar la vida de otros y construir un universo narrativo desde cero?

 Las diferencias son obvias: las biografías te constriñen ineludiblemente, te tienes que ceñir a unos hechos concretos, a unas vivencias determinadas, y hay poco espacio para imaginar. Puedes permitirte ciertas licencias dentro de la parte de opinión de la biografía de un artista, la del análisis de su obra (de sus canciones, en mi caso, ya que las biografías que he escrito han sido de músicos y escritores de canciones), pero poco más. También utilizo la literatura cuando escribo sobre músicos y otros artistas en prensa, pero siempre a partir de unos datos. Construir un universo narrativo desde cero es gozar de una libertad absoluta. Ahí no hay cadenas ni paredes, eres libérrimo.

  ¿Qué te atrajo del género negro como vehículo para contar historias?

 Siempre he consumido narrativa de género y las novelas policíacas me han producido mucho placer. Escribir una buena novela es un desafío, pero una buena novela policíaca, igual que una buena novela de terror, creo que es aún más difícil, pues no sólo tienes que contar una historia y hacerlo con la mejor letra posible (fondo y forma), sino que tienes que concebir un misterio, utilizar la lógica y crear expectación. Y, a ser posible, el factor sorpresa.

 En ‘Todos nosotros’ dibujas un Madrid oscuro, de sombras morales y callejones reales. ¿Qué representa esa ciudad para ti como escenario literario?

 Supongo que todo, porque es la ciudad en la que he vivido siempre, en la que he soñado, amado, disfrutado y sufrido, y la cual considero mi casa. Para mí, Madrid es un territorio mítico: sus calles y sus pobladores me ofrecen infinitas posibilidades a la hora de escribir una historia.

 “Toda buena novela negra debe criticar de algún modo la sociedad en la que se desarrolla.”

Javier Menéndez Flores. Foto de David Jar Ⓒ


¿Crees que la novela negra sigue teniendo una función social, o ha perdido parte de ese espíritu crítico?

 Debería tenerla. Toda buena novela negra debe criticar de algún modo la sociedad en la que se desarrolla, señalar ciertas taras o abusos, aunque la trama criminal sea, al cabo, lo más importante.

 ¿Qué autores del género negro, españoles o internacionales, consideras tus referentes o influencias?

 En realidad, a mí me han influido autores de todos los géneros, no sólo novelistas y no sólo novelistas de género negro, también poetas. Hay nombres recurrentes cuando se aborda el género policíaco o de novela negra: Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Conan Doyle, Chester Himes, Rubem Fonseca, Jim Thompson... Pero hay otros autores de diversos géneros que también me han influido, como William Goldman, Cormac McCarthy, Robert Bloch, Richard Matheson, el tándem Pierre Souvestre y Marcel Allain... Y maestros como Faulkner y Don DeLillo. Y hay clásicos que me dejaron una honda huella, como Patrick Süskind con ‘El perfume’ y Cela con ‘La familia de Pascual Duarte’. Un autor reciente que me gusta mucho, aunque ha publicado pocos títulos, es Donald Ray Pollock. Pero también está en mi fondo de escritor la poesía de Lorca, Miguel Hernández, Aleixandre, Vallejo, Borges, Octavio Paz... Además de muchos articulistas. Creo que esas lecturas también se evidencian en mi modo de escribir.

 ¿Cómo conviven en ti el periodista y el novelista? ¿Se pelean, se apoyan, se dan vacaciones mutuamente?

 No hago distingos. Sé lo que es una novela y lo que significa escribir para un periódico o una revista, y de una manera inconsciente sé hacia dónde debo dirigirme cuando me pongo a escribir. En el periodismo muchas veces recurro a la literatura y en la novela hay partes que beben de un lenguaje puramente periodístico, lo que quiere decir que, a veces, se complementan. No es algo en lo que repare.

 “Mi regla de oro es lograr que quien lea una de mis entrevistas tenga la sensación de que ha conocido un poco más al entrevistado.”

‘Todos nosotros’ ha sido galardonada con varios premios, incluyendo el Cartagena Negra y el Pop Eye. ¿Cómo han influido estos reconocimientos en tu trayectoria como novelista?

 Creo que más allá de la alegría que te produce recibir un premio, del estímulo que supone y del agradecimiento hacia quienes te lo otorgan, han tenido muy poca influencia en mí como escritor. Sería terrible para un escritor que los premios le condicionasen a la hora de escribir una historia.

 Acabas de recibir el Premio Excelencia en Periodismo 2025 de los Premios Alegría de Vivir. ¿Qué significa este reconocimiento para ti en este momento de tu carrera?

 Es un premio que me hizo una gran ilusión y el cual premia una faceta que durante algunos años ha estado en letargo por diversas razones, la de periodista, pero no reparo en lo que un premio concreto puede suponer para mi carrera.

 ¿Sientes que esos premios han cambiado la percepción del público o de la crítica hacia tu obra?

 No, no lo creo. Al final, quien se lea un libro o un artículo tuyo lo que va a valorar es si le gusta o no, independientemente de los premios que hayas recibido. Quizá entre los colegas, escritores y periodistas, y para los medios y las editoriales, sirva para que se fijen más en ti, pero no así para el lector, que es al que hay que seducir. Sí es verdad que hay premios de gran relevancia mediática, ya sea por el prestigio o el alcance, y cuyos nombres todos conocemos, que sí pueden contribuir a cambiar la carrera de un escritor, pero yo todavía no me he visto en esas.

  Has entrevistado a cientos de personajes del mundo de la cultura. ¿Qué buscas en una buena entrevista?

 Mi regla de oro es lograr que quien lea una de mis entrevistas tenga la sensación de que ha conocido un poco más al entrevistado.

 ¿Recuerdas alguna conversación que te cambiara la forma de ver a una figura pública?

 En el ya largo desarrollo de mi oficio de entrevistador, más de 30 años, he tenido impresiones muy favorables y también decepcionantes, pero todas me han ayudado, creo, a entender un poco mejor a mis congéneres.

 ¿Quién ha sido tu entrevista soñada que nunca pudiste concretar?

 No existe esa entrevista soñada, palabra de honor. Prefiero ser agradecido y pensar en las que he hecho. Si cuando empecé a trabajar como periodista me hubieran dicho que llegaría a entrevistar a todas las personas a las que he entrevistado, algunas de ellas a fondo, durante semanas e incluso meses, para incluir esas charlas en libros, no me lo habría creído.

 ¿Hay alguien que se te haya resistido o que no haya estado a la altura de su leyenda?

 Hay artistas a los que no he podido entrevistar por problemas de agenda, pero no descarto que esos encuentros se lleguen a producir algún día.

 ¿A qué personaje de ficción te habría gustado entrevistar?

 Al conde de Montecristo. Y a Drácula.

 Después de tantos encuentros con músicos, actores, escritores... ¿quién te ha sorprendido más por su autenticidad o por su inteligencia?

 He charlado con muchas personas auténticas e inteligentes, no sólo músicos, también escritores, actores, directores de cine, periodistas... Disfruté mucho mis largas charlas con Aute, Manolo Tena, Sabina, Serrat, Robe, Uoho, Bosé, Lolita, Dani Martín. Y con Bigas Luna, José Luis López Vázquez, Jesús Franco, Tony Leblanc, Carlos Saura, Umbral...

 ¿Qué importancia tiene la escucha activa en el arte de entrevistar?

 Toda. Es definitiva. Los cuestionarios previos, aunque no los lleves escritos sino en la cabeza, son necesarios, pues tenerlos significa que has hecho los deberes y te has empollado la trayectoria del entrevistado. Pero muchas veces he realizado una primera pregunta y su respuesta ha marcado el curso de la entrevista y ha modificado la idea que yo llevaba. Además, la única manera de conocer de verdad a quien entrevistas es escuchándole; sólo de esa forma podrás obtener más de él y quien sale ganando es el lector, porque el periodista es un mensajero. Pero, como en todo, hay mensajeros mejores que otros.

  “Selvático Animal” se ha convertido en una sección con identidad propia. ¿Cómo nació la idea y qué buscas en los personajes que entrevistas ahí?

 Nació por el más puro azar: un artículo de encargo para apoyar una entrevista gustó, y de ahí nació el ofrecimiento de una sección que lleva ya tres años caminando. Creo que el gran atractivo de esa sección, juraría que la única sección fija dedicada a músicos que existe en la prensa nacional, es el ir alternando grandes nombres de la música con artistas de menor recorrido o directamente emergentes, pero todos ellos con cosas interesantes que contar.

 ¿Tienes algún criterio claro para elegir a los protagonistas o dejas que el instinto periodístico haga su trabajo?

 Creo que esta pregunta está contestada en la anterior: son músicos que me parecen interesantes, de todos los géneros y generaciones.

 ¿Qué personajes te han resultado más sorprendentes o te han dejado huella en esta serie?

No destacaría ninguno en particular: de todos ellos he aprendido cosas, y no es una frase hecha, en absoluto.

 ¿Qué te ha enseñado el periodismo cultural sobre la condición humana?

 Creo que mucho. Llevo un porrón de años hablando con gente muy diversa, interesantísima, inteligente, culta, y eso ha ampliado a la fuerza mis horizontes y me ha hecho menos prejuicioso y más tolerante.

 En tus libros se nota una sensibilidad por lo generacional, por los ecos del pasado. ¿Qué papel juega la memoria en tu obra?

 Un papel importantísimo. Somos todo aquello de lo que nos hemos ido alimentando, el producto de todas nuestras vivencias y vínculos emocionales y culturales, y no es tanto “mirar atrás”, como se suele decir, como mirarse dentro.

“El silencio, en la creación, es un aliado imprescindible. Para que las ideas fluyan y no te distraigas, es necesario escuchar esa música de fondo: la del silencio.”



Si pudieras volver a conversar con tu yo de 25 años, ¿qué le dirías sobre escribir y sobre observar a los demás?

 Sobre escribir, que no se obsesione con el resultado de una obra y trate de corregirla sin fin, ya que el siguiente libro mejorará el anterior, y lo mismo pasa con los artículos o las entrevistas. Y sobre observar a los demás, pues eso, precisamente: que observe detenidamente a quien tiene enfrente, que lo escuche con mucha atención, y sólo así la charla llegará al mejor puerto.

 ¿Qué lugar ocupa el silencio en tu proceso creativo, tanto para escribir como para escuchar?

 El silencio, en la creación, es un aliado imprescindible. Para que las ideas fluyan y no te distraigas, es necesario escuchar esa música de fondo, la del silencio.

“Lo único que necesito es tiempo, joder, que es, junto con la salud, lo más valioso que tenemos. Ah: y el amor.”

 ¿Qué personaje real te ha impresionado más, y qué personaje ficticio te ha permitido ir más lejos como escritor?

 Mi padre ha sido una figura muy importante en mi formación, con sus enormes virtudes y también con sus defectos. Y en cuanto a los personajes de ficción, me he alimentado de todos los que me han enamorado desde las páginas de un libro o desde la pantalla de un cine, y la lista es tan larga que podría escribir un libro al respecto.

 ¿Tienes alguna entrevista pendiente que estés cocinando a fuego lento y que puedas adelantarnos?

 Tengo muchas pendientes de ejecución, pero no me gusta adelantarlas por si se malogran.

 ¿Hay nueva novela en marcha? ¿Volveremos al género negro o te tienta cambiar de registro?

 Hay una nueva novela en marcha, sí. Llevo demasiado retraso, por diversos motivos, pero la acabaré y se publicará, tenlo por seguro. Es una novela muy ambiciosa y es de género negro. También trabajo en un nuevo libro de no ficción. Y hay ideas, tanto de novela como de no ficción, que me tientan mucho. Lo único que necesito es tiempo, joder, que es, junto con la salud, lo más valioso que tenemos. Ah: y el amor. Sin amor, créeme, no somos nada.


 Podríamos seguir preguntando, y él, contestando con esa mezcla de precisión y pausa de quien ha estado a ambos lados del micrófono, pero el tiempo apremia y los protagonistas, como los buenos personajes, también saben cuándo salir de escena.

 Javier Menéndez Flores se marcha sin necesidad de coartada, pero dejando pistas: una novela negra en marcha, un nuevo libro de no ficción cocinándose, y varias entrevistas pendientes que podrían estallar en cualquier momento. Dice que solo necesita tiempo, salud… y amor. Lo demás, premios, titulares, elogios o silencios, parece importarle lo justo.

 Nosotros, por nuestra parte, nos quedamos con la certeza de que aún quedan periodistas que escuchan de verdad, escritores que escriben sin disfraz, y entrevistados que no esquivan las balas.

 Volveremos a encontrarnos. Puede que en otra novela. Puede que en la contraportada de una entrevista. O quizá en un callejón de Madrid, con la tinta todavía fresca.

 ¡Gracias Javier!

Puedes leer mi reseña de Todos nosotros en este enlace

En este enlace tienes la reseña de Conversaciones con grandes figuras de la música.

Y en este enlace tienes la reseña de Madrid si fue una fiesta


Comentarios