Vivimos tiempos acelerados, también en la literatura. Cada mes llegan a las librerías decenas, cientos de novedades. Algunas sobreviven a la estampida y se convierten en fenómenos. La mayoría apenas tiene unas semanas de gracia antes de ser arrinconadas por los títulos del siguiente aluvión. Y así, el ciclo se repite: lo último, lo urgente, lo que “hay que leer”.
Pero... ¿qué pasa con esos otros
libros? Los que se publicaron hace cinco o diez años, los que ya no están en
escaparates, los que no tienen detrás una maquinaria de promoción pero siguen
vivos en las estanterías (y, sobre todo, en quienes los leyeron y no los
olvidan).
Un libro no tiene fecha de expiración.
No se estropea por no ser consumido pronto. Al contrario: muchos
necesitan reposo, tiempo para encontrar a sus lectores. Sin embargo, la lógica
de las redes, las editoriales y los algoritmos impone una caducidad simbólica
que nos empuja a creer que lo anterior ya no interesa.
Esta lógica es injusta y
empobrecedora. ¿De verdad creemos que no hay nada que descubrir en un libro
publicado en 2011 porque no es "tendencia"? ¿No vale más una novela
que ha emocionado a varios lectores de confianza que un título de moda con
miles de ejemplares vendidos y críticas de escasa profundidad?
No se trata de rechazar lo nuevo,
sino de recuperar el equilibrio. De no dejarse arrastrar por la urgencia y el
“hay que leer esto ya”. De confiar más en el boca a oreja que en el algoritmo.
De prestar atención a ese amigo que te insiste en que leas ese libro que nadie
conoce pero que le cambió algo por dentro.
La buena literatura no se mide por su fecha de publicación. Algunas novelas que hoy consideramos imprescindibles fueron ignoradas o pasaron desapercibidas durante años.
Lo importante no es cuándo se escribió un libro, sino cuándo nos encuentra.
Así que me atrevo a haceros este
llamamiento a leer con otros criterios. A rebuscar entre los estantes de las
bibliotecas, a dar una segunda oportunidad a títulos que se nos escaparon, a
seguir las recomendaciones de lectores apasionados, no de estrategias de
marketing. Porque hay libros que, aunque no estén en las listas de los más
vendidos, siguen latiendo con fuerza y esperan ser descubiertos.
¿Por qué no abrir una sección en
tu blog, en tu cuenta de Instagram o en tus charlas literarias con amistades,
dedicada a esos libros “no tan nuevos” que merecen una relectura o una
reivindicación? Quizá no ocupen portadas, pero sí pueden dejar huella.
No, los libros no caducan.
Nosotros a veces los desechamos demasiado pronto. Leamos también con la brújula
del tiempo, del criterio personal, de la pasión que alguien nos transmite al
hablar de una historia que lo conmovió. Volver a esos libros es recuperar el placer de leer sin prisas ni etiquetas.
Os dejo una pequeña selección con
algunos que considero que merece la pena leer aunque actualmente no son
tendencia ni en redes ni en librerías. Cada uno de ellos ha supuesto un hito
importante en mi bagaje como lector, y estoy seguro que en la lectura de alguno coincidimos:
Aqui van 10 libros que no caducan (aunque ya no estén de moda)
1. El adversario – Emmanuel Carrère (2000)
Un true crime literario y
escalofriante que reconstruye un crimen real con una profundidad psicológica
impresionante. Tan inquietante como necesario.
2. El poder del perro – Don Winslow (2005)
La gran epopeya del narcotráfico
y la corrupción en Norteamérica. Brutal, ambiciosa, adictiva. Antes de que
“narco” fuera un subgénero en sí mismo, ya estaba esta obra maestra.
3. Crónica del pájaro que da cuerda al mundo – Haruki Murakami
(1994)
Quizá no es su novela más citada
hoy, pero sigue siendo una de las más complejas, extrañas y fascinantes. Un
descenso onírico y melancólico a la psique.
4. Sukkwan Island – David Vann (2008)
Una novela extrema, salvaje y
profundamente trágica sobre la relación entre un padre y un hijo en la Alaska
más inhóspita. Te rompe por dentro.
5. Nada – Carmen Laforet (1945)
Una novela española
imprescindible que muchas veces se deja para los estudios o las listas obligatorias.
Pero sigue siendo una historia poderosa sobre el desarraigo, la posguerra y la
juventud.
6. Intemperie – Jesús Carrasco (2013)
Una historia seca y poderosa,
casi bíblica, sobre la huida, la violencia y la dignidad. Fue muy sonada en su
día, pero merece volver a circular. El estilo de Carrasco corta como el viento.
7. Una madre – Alejandro Palomas (2014)
Un homenaje a las relaciones
familiares y, en especial, a las madres con mayúsculas. Emotiva, cálida,
inteligente. Si no la has leído, no esperes a que te la recomienden otra vez.
8. El lector – Bernhard Schlink (1995)
Un adolescente se enamora de una
mujer mayor con un oscuro secreto del pasado nazi. Intensa, moralmente compleja
y con una carga emocional sutil pero poderosa.
9. La sombra del viento – Carlos Ruiz Zafón (España, 2001)
Un homenaje a los libros, a la
ciudad de Barcelona y al poder de las historias. Fue un fenómeno mundial, pero
más allá del éxito, sigue siendo una novela con alma, misterio y emoción que
merece ser leída o releída.
10. El ocho – Katherine Neville (EE. UU., 1988)
Uno de mis favoritos desde
siempre. Una aventura literaria que mezcla ajedrez, historia, matemáticas y
conspiraciones. Fue lectura obligada en los noventa, y ahora duerme injustamente
en muchas estanterías.
Si hay una novela que te marcó, que sigues recomendando aunque ya no sea novedad, cuéntamelo en los comentarios. Puede que no esté en los escaparates, pero seguro que merece seguir pasando de mano en mano. Entre todos, podemos crear una biblioteca compartida de lecturas que no caducan, de esas que se quedan contigo mucho después de haberlas leído. ¿Me ayudas a completarla?
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